Nació en Tucumán el 21 de Diciembre de 1919.
Durante su adolescencia, ya declarado su amor por la música, Leda Valladares se inclinó por el jazz y el blues, y bebió el néctar de la música clásica. Sin embargo, el folklore por esos años tenía en el noroeste un momento de amplitud creativa que también le influyó. No tenía 20 años cuando, junto a otros jovencitos, fundó su primer grupo musical: F.I.J.O.S. (Folklóricos,Intuitivos,Jazzísticos,Originales,Surrealistas). Los que la acompañaban hoy son mucho mas que nombres en una Biografía: Adolfo Ábalos, Manuel Carrillo, el Mono Villegas, Louis Blues y el Cuchi Leguizamon.
Fue a los 21 años cuando descubrió al gran amor de su vida: la baguala. «Estaba en Cafayate, Salta, durmiendo. Era una noche de carnaval. Me desvelaron tres mujeres que se detuvieron frente a mi balcón. Yo nunca había oído hablar de baguala y entonces me parecía que tenía que ser algo muy misterioso, muy poderoso. Después de escucharlas me prometí recuperar semejante regalo de la tierra», contó en la entrevista de Página/12.
«Gracias a Dios que ya tengo / la libertad en mi pecho / ya no tengo quien me diga / ande has ido, qué te has hecho», llora Las hojas tienen mudanza, una de las coplas que Leda recopiló y que fue grabada luego por León Gieco en su disco De Ushuaia a la Quiaca, un trabajo que definitivamente estuvo inspirado en la tucumana. Es, además de recopiladora, una de las investigadoras más importantes que tiene el folklore argentino. Hace tres años, en entrevista con La Maga, explicaba: «En Tucumán se hacía folklore con guitarra y canto, pero sin ningún carácter indígena, sin el color ni el dramatismo ancestral que tienen estas músicas. Cuando llegué a mi pago dije: ¿Dónde estamos viviendo, que no nos informamos? Esta música impresionante existe en Tucumán y nadie le lleva el apunte.» Además de recopilar las coplas, Leda supo, con su particular voz, interpretarlas, según cuenta para pagar una deuda pendiente que creía tener: «Sucede que yo me sentía en falta como tucumana, pues nadie me había hablado de eso antes y la casualidad tampoco me había ayudado hasta ese veraneo en Cafayate. Me aterraba haber llegado hasta esa edad sin conocer esa música.» Son muchos los argentinos que descubrieron la baguala a través de Leda, y se trata de un género indescifrable, que no puede compararse con ningún otro del mundo. Tiene una composición armónica -tritónica- que le da un carácter indígena, al igual que el hecho de que se suela usar, como único acompañamiento, una caja chayera. .
La misión de Leda fue siempre mostrar, dar a conocer. Sus primeras clases las dio en escenarios franceses, donde recaló en dúo junto a María Elena Walsh. Entre su público frecuente estaba el pintor Pablo Picasso que, según cuentan, las llamaba «los pájaros prehistóricos». Editó el disco La montaña va a la escuela, en el que junto a maestras y alumnos canta distintas coplas: «Del campo vengo llegando / mi canto sobre las flores / como soy de Pampichuela / vengo curtida de soles. / Las palomitas del campo / nacieron para volar / mi corazón nació libre / y alegre para bailar». . El objetivo de Leda fueron y son esos artistas que no se asumen como tales: el arriero, el cosechero, el muchacho que con su caja intenta seducir a la chica. «La baguala es la gran canción de América. En sus dos notas caben los principios, los estertores, el misterio. Cada cantor la asume y traduce a su modo, sin más pautas que la emoción. Allí ninguno se imita, como hacen los cantorcitos de moda. Y así nacen mil formas de interpretarlas. Porque a ellos, la palabra artista les es extraña», explica. ¿Qué palabra será la correcta para describir a Leda? Quizás estudiosa, o trabajadora, o viajera. Seguramente artista, pues la imagen inmediata que genera el sonido de su nombre es la de ella, sobre un escenario tantas veces improvisado, golpeando su caja y cantando: «No quiero prenda con dueño / que me la quite mañana / quiero prenda que me dure / y hasta que me dé la gana. / Matecito sobre el agua / capuyito de algodón / candadito de mi pecho / llave de mi corazón.»Algunos de sus discos son «Igual rumbo», «Grito en el cielo I y II» (1989/1990) y «América en cueros» (1992). Obtuvo, entre otros, los siguientes premios: Martín Fierro, Primer Premio Nacional de Etnología y Folklore, SADAIC, Maestros de Vida, Maestra de Maestros, Cóndor de Fuego, Cóndor de Oro, Mecenas, TRIMARG. Es miembro de honor de la UNESCO.
Discos Melopea ha publicado durante todo este tiempo once albumes de Leda Valladares, que son prácticamente el legado de sus creaciones e investigación sobre el Folklore Argentino.