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Cuchi Leguizamón

Nació en Salta el 29 de Septiembre de 1917.

En su libro «Poética Musical», Igor Stravinsky afirma: «…Una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado muerto, es una fuerza viva que anima e informa al presente».
Dentro del panorama musical argentino, Gustavo «Cuchi» Leguizamón es uno de los pocos músicos que podemos incluir dentro de esta lúcida corriente del pensamiento. Su labor como compositor, si bien está enraizada con nuestro pasado, es de una constante y creativa evolución. A la fineza y originalidad de sus melodías les agrega un tratamiento armónico que las enriquecen maravillosa conjunción.
Leguizamón, si bien construye sus obras tomando como parámetro las formas tradicionales ya dentro de ellas, elaboran constante juego de sutiles variantes que modifican el punto de partida original; este aporte es de tal significación que no es posible hablar históricamente de ese movimiento musical sin mencionarlo como un hito fundamental.

Él, más que ninguno, supo interpretar las letras de poetas de la talla de Manuel Castilla (su más significativo colaborador), Armando Tejada Gómez y Miguel Ángel Pérez – entre otros-, pletórico en imágenes, comprometidas con su tiempo y su paisaje y con ellas realizó una labor de profunda interrelación. En otros casos, era tal la comunión entre poeta y músico, que muchas veces y de manera inversa, el poeta extraía imágenes de su música. «Cuchi» Leguizamón no se limitó a su labor de compositor únicamente, también incursionó como exquisito poeta en sus propias obras y, asimismo, la manera de un escultor que contempla su obra en otros ámbitos y otras circunstancias, sufriendo ésta las modificaciones que el medio provoca, pudo sacar su música del ámbito original del piano y trasladarla a otra posibilidad sonora, permitiéndose recrear de manera inédita sus propias composiciones; prueba de ello es el Dúo Salteño, que dirigió, escribiendo además los arreglos.

Falleció el miércoles 7 de Septiembre de 2000, a los 82 años de edad.

Discos Melopea ha publicado un album en Vivo de 1983, donde Cuchi toca sus composiciones al piano mientras nos deleita con sabrosas anécdotas.
Tambien la Banda Sonora del film “La Redada” del director Rolando Pardo, de la cual Cuchi es Autor.
Posteriormente aparecieron 2 Volumenes en su Tributo, tambien producidos por Nebbia, discos donde Artistas Varios lo homenajean mientras Cuchi ocasionalmente vá vertiendo opiniones sobre la Música y la Vida en general.

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Lo descubrí a mis 20 años. Era un músico fuera de serie. Ocupando el género del fol-klore, otro Piazzolla, compositivamente hablando. Muy ilustre, musical y literariamente. Similar a Cadícamo, los Expósito, Eduardo Lagos o Héctor Stamponi.
Lo conocí personalmente a mis 23 en el Sindicato de Músicos, sin soñar las aventuras que luego viviría con él. En uno de los míticos Festivales de Rock de La Falda, al productor Mario Luna se le ocurrió dedicar el festival a su a figura. Esos días, lo único que hacía Cuchi por la ciudad era caminar, salir a comer, o bromear, pero en cualquier lugar que entraba era homenajeado. Una de las noches, apareció en el escenario del festival, con un piano de cola y tocó dos o tres de sus memorables composiciones. Además, me acompañó en “La pomeña”, esa extraordinaria música con texto de Manuel Castilla. Después, junto a Manolo Juárez, produjimos el disco de su actuación por Rosario en el ’83, el único álbum que existe al solo piano del gran Cuchi. Al poco tiempo, filmamos La Redada, del también salteño Rolando Pardo un film al que jamás pudimos asistir porque constantemente amenazaban con poner una bomba en el cine. Ahí el Cuchi hacía de gendarme y yo de un ángel. La música de esa película fue toda escrita por él, y tuve la fortuna de producirla para el disco. Nuestro país todavía le adeuda al Cuchi un reconocimiento indiscutible, porque ocupa el lugar del mejor folklore escrito.
Muchos artistas le adeudan la humildad de arrodillarse frente a su obra, aunque no la comprendan.
Si tuviera que definir cómo es el Cuchi Leguizamón para alguien que no lo conoce diría que es una mezcla de Enrique “Mono” Villegas, Astor Piazzolla y Hermeto Pascoal. Pero no… es algo distinto. Es personal e irrepetible. Es único en su creación. Es el divino Cuchilín. El mero mero Cuchi Leguizamón.
LITTO NEBBIA
(publicado el 27 de setiembre de 2010 en Página 12.)